Siempre me gusto trabajar. A mis 8 años vendía los dulces que recolectaba en las piñatas junto con serchas y ropa usada en una carpa de lona. Cuando cumplí 16 años tuve un carro viejo y un trabajo formal: ser el chofer de la casa. Ganaba dinero por llevar a mis hermanos al colegio y clases particulares. A los meses, mis compañeros de clase empezaron a llevar carros nuevos, lo que me motivo a pedir a mis papás lo mismo. En ese momento aprendí mi primera lección de vida: trabajo duro, cuando mis papás ante mi petición me dijeron: “el carro que estas usando es nuestro y te lo estamos prestando, cuando tengas tu dinero compra el carro que tu quieras.” Gracias al reto anterior pedí trabajo a mi mamá (quién ya llevaba una larga trayectoria en bienes raíces) e inicié de manera inmediata a vender terrenos en la Carretera a Fraijanes todos los sábados y domingos del año. Teniendo planos de la lotificación, listado de precios con la disponibilidad y recibos de caja para recibir reservas; aprendí mi segunda lección de vida: paciencia. Pase fines de semana completos metido en mi carro esperando a que llegaran clientes potenciales y no llegó uno sólo; y un par de domingos decidí irme un rato a almorzar en lugar de comer en mi carro durante mi turno y en ese momento llegó el único cliente del día. Al final entendí el horario que me convenía, estar de 9am a 6pm (sin salir a almorzar) y que cuando apareciera un cliente potencial, debía lograr que me dejara la reserva (en un par de ocasiones incluso los acompañé al cajero automático). Luego de 1 año de vender terrenos, logré naturalmente comprar mi propio carro: no nuevo, pero finalmente era mio. A mis 17 años gracias a un amigo, me contrato una desarrolladora y empecé a vender casas en un proyecto en Carretera a El Salvador, en donde tenia un sueldo base y una comisión por cada casa vendida. Inmediatamente acomode mi horario de bachiller con el de vendedor: recogía a mis hermanos en el colegio, me cambiaba el uniforme del colegio a toda velocidad y me iba a la oficina 2 días entre semana, y luego cubría turnos en mi habitual horario de fin de semana. Afortunadamente en este trabajo aprendí mucho de construcción: mientras esperaba que llegaran clientes aprovechaba a entender el proceso constructivo, y fue lo que me llevó más adelante a estudiar Ingeniería Civil. En este trabajo estuve 3 años y logré vender muchas casas, por lo que finalmente estaba decidido a comprar el carro nuevo que tanto quería. En ese momento aprendí mi tercera lección de vida: el valor de la tierra. Mi mamá me preguntó porque cambiaría de carro, le comenté que tenía el dinero ahorrado para hacerlo, y fue cuando me enseño que los carros sólo se deprecian (perdería dinero a diario) y que en cambio, la tierra ganaba plusvalía (cada día valía más). Así que a los 18 años tramite mi primer préstamo y compre mi primer terreno. Me gradué del colegio e inicié a estudiar Ingeniería Civil en la Universidad del Valle de Guatemala en donde tenía clases a diferentes horas durante todo el día. Aproveche las horas entre clases para promover terrenos y casas cerca de la Universidad, y me fui a trabajar con mi tía, quién promovía inmuebles en zona 10, 14 y 15. En esta empresa vendimos mucho. Incluso durante la recesión del 2001 nos la arreglamos para seguir vendiendo y nos dedicamos a conseguir sitios para una empresa de telecomunicaciones en el interior del país e hicimos un predio de contenedores en la frontera con El Salvador el cual alquilamos a una naviera. Fue una época de mucho aprendizaje. En el año 2005 me gradué de Ingeniero Civil y se me acerco un amigo (sabiendo por terceros que me dedicaba al giro inmobiliario, pues para entonces ya había vendido varios inmuebles a papás de mis compañeros) y me pidió que lo ayudará a decidir en que invertir su dinero. Para ese momento yo ya había comprado siete terrenos juntos dentro de la misma lotificación y él tenía dinero así que le propuse un negocio: decidimos iniciar nuestro primer proyecto inmobiliario propio. Durante 3 años construimos 2 proyectos de casas y 2 casas individuales para terceros; para entonces ya no cubría turnos los fines de semana, así que utilizaba los sábados de 7am a 12pm para comprar materiales y luego supervisar obras. Con este proyecto aprendí mi cuarta lección de vida: el valor de la experiencia. Cuando iniciamos movimiento de tierras en el primer desarrollo de casas que hicimos, luego de cortar las plataformas donde irían las casas había mucha agua que nacía de las mismas y honestamente lloré. Llame a mi mamá a reclamarle pues ella me había aconsejado comprar estos terrenos, y me dijo: “tu sos el ingeniero y si no entiendes lo que sucede, pide apoyo en un experto, pero cuiden de esa agua porque algún día la necesitarán”. Acudimos a nuestro profesor de suelos quien nos recomendó realizar una zanja profunda al pie del talud, entubar con tubería perforada, forrar esa tubería con tela geotextil, realizar un drenaje tipo francés en la parte superior, dejar una caja de captación y el rebalse de ésta, conectarlo al drenaje pluvial del proyecto; y así lo hicimos. Seis meses después en plena construcción, colapso la bomba de agua del proyecto durante 2 semanas y fue este bendito embalse de agua nacida el que nos sirvió para seguir construyendo sin necesidad de incurrir en gastos adicionales de compra de pipas de agua. Años después esa misma agua sirvió para abastecer a los demás vecinos. Mientras todo lo anterior sucedía yo me seguía preparando: estudié una maestría en Economía aplicada en Administración de Empresas, y luego de las experiencias en construcción anteriores, estudié también una maestría en Dirección de Empresas Constructoras e Inmobiliarias. En 2008 bajo la visión de las 4 lecciones que en mi vida había aprendido: trabajo duro, paciencia, el valor de la tierra y experiencia, funde IDEA CENTRAL y para ello busque gente con la misma visión. Así como yo tengo una historia que contar, cada uno de los asesores en los que se pueden apoyar dentro de IDEA CENTRAL tienen también una, llena de anécdotas, experiencias y aprendizajes que nos dan las herramientas para poder apoyarlo en la decisión más importante de la vida: “comprar y/o vender bienes inmuebles”. Sobre el autor:
Ing. Diego Flores Mayorga Director de Proyectos y Fundador de Idea Central
5 Comentarios
Ana
3/23/2020 02:04:16 pm
Felicitaciones! Eres un orgullo para los que te vimos crecer así. Que sigan los éxitos y bendiciones!
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Antonio
3/23/2020 07:34:34 pm
Sos una persona inteligente, un ser humano espectacular y un empresario brillante, que manera tan bonita de resumir parte de tu historia, y de tus principios. Un abrazo.
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3/24/2020 03:22:12 pm
Verdaderamente admirable! Ud y sus papás!! Gracias por compartirlo
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Jorge
3/25/2020 01:05:04 pm
Bonita su anécdota, me gusta leer el éxito de los demás, especialmente porque se lo que cuesta hacer realidad los sueños, hasta ganas de trabajar me dan con usted, luego me recuerdo que no tengo tiempo, saludos
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Junio 2020
Inmobiliaria Guatemala, Casas y Apartamentos Guatemala, Decoración de Interiores
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